El Estado lo adquirió en los años setenta. Cronológicamente, sabemos que una parte del poblado estaba en actividad en la época pre-talayótica, factor que nos han demostrado los restos encontrados en las cuevas del interior del poblado.
El momento de su máxima expansión corresponde a la época talayótica, aproximadamente entre el año 1400 y la conquista romana. No se abandonó del todo hasta la época medieval. La situación geográfica de este gran poblado determina su configuración como núcleo de control del territorio de buena parte de la costa sur de la isla. En cuanto a las construcciones más visibles y mejor conservadas podemos destacar los tres talayotes situados sobre el montículo que, juntamente con el santuario, encarnan la zona pública del poblado. Los edificios privados son casas más o menos circulares, compartimentadas por muros radiales que convergen en un patio central donde se encuentra la cisterna; en el centro de la entrada del yacimiento podemos observar que durante la época romana se reformaron las paredes del patio.
En la zona sur del poblado, bajo el montículo, encontramos una "sala hispóstila" o habitación con columnas, adosadas a un círculo. La utilidad de estas construcciones no queda del todo clara, aunque algunos investigadores han sugerido que o bien eran almacenes o bien ampliaciones de los habitáculos.
Al oeste de los círculos del sur tenemos un sistema de almacenamiento y de filtración del agua de lluvia que bajaba por el montículo. Se trata de una serie de cavidades de diversos tamaños excavados en la roca. La defensa del poblado se proyectó con la unión de forma cortante de los círculos o habitáculos de la periferia con paredes de murallas.